La música nos ha dado el placer de viajar a muchos lugares que no podríamos permitirnos sin siquiera mover los pies, esta se encuentra en todos las todos y nos acompaña en cada etapa de nuestra vida, desde niños hasta adultos, en ceremonias, en eventos, por placer, o por trabajo. Casualmente este artículo es sobre una mujer que trabaja con la música, una joven pianista de Vallenar que con sus delicadas manos cautivo el corazón de muchos hombres y mujeres. Esta mujer nació entre muchos hombres que eran expertos en la música, tenían un talento nato para tocar los instrumentos, mientras que ella solo podía escuchar, no era buena tocando, pero tenía la paciencia para escuchar a los demás. Poco a poco se fue formando en la música, había desarrollado un gran odio para eso, con gran esfuerzo y paciencia, sus manos se adaptaban en las teclas del piano, de forma suave hacia los toques para que los movimientos se le quedaran en la cabeza. Visito muchas academias de Vallenar y de todas salió triunfante, con la cabeza en alto, representándolas. Esta mujer dio de sí por su amor al arte, se decía que era una valkiria, una diosa, un antes y un después de la música. Yo tuve el placer de verla tocar en un recital en Vallenar, me paralice al verla, sentí que la tenía a mi lado, me seducía con su forma de tocar y me llevaba a un lugar de mucha paz, su increíble técnica hacia juego con su belleza natural, realmente era algo para soñar pero ahí lo tenía yo. Esa mujer fue hecha para dominar el mundo de la música, para tener el corazón de las personas en sus manos a través de sus suaves melodías y su gran belleza. Si algún día van a Vallenar, espero que la escuchen.